San Pablo VI

Hechos 18, 1-8  
Salmo 97, 1-4  

Jesús dijo a sus discípulos: Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver.
Algunos de sus discípulos comentaban entre sí: ¿Qué significa esto que nos dice, dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver? Se decían: ¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir.
Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver. Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar. El mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo.

¡Qué necesario, para los tiempos difíciles, es tener seguridad de que Jesús es el Señor de la historia que permanece en su Iglesia hasta el final y que va haciendo con nosotros la ruta hacia el Padre!
¡Qué importante es recordar que precisamente para los tiempos difíciles Dios ha comprometido su presencia“Yo estaré siempre con ustedes hasta el final del mundo”. “Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza”.

Jesús nunca predijo a sus discípulos tiempos fáciles o cómodos. En los tiempos difíciles abunda el miedo, la tristeza, el desaliento. Entonces se multiplica la violencia. La violencia es signo del oscurecimiento de la verdad, del olvido de la justicia, de la pérdida del amor. Los períodos en que se multiplica la violencia son los más miserables y estériles. Revelan claramente que falta la fuerza del espíritu; por eso se la intenta sustituir con la imposición absurda de la fuerza.

Es en estos tiempos en que debe florecer la esperanza, en que deben aparecer los profetas de la esperanza, esos hombres poseídos por el Espíritu que marcan el camino. No para consolar y dejar tranquilos a la gente con el ‘ya pasará’, sino para animar a la audacia, al compromiso, a salir a lucharla.

Los tiempos difíciles exigen fortaleza, en dos sentidos: como constancia y como compromiso activo. Y para cambiar el mundo con el espíritu de las bienaventuranzas, para construirlo en la paz, hace falta la fortaleza del Espíritu: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos”.

Los hombres tienen derecho a que nosotros esperemos contra toda esperanza, seamos constructores positivos de la paz, comunicadores de alegría y verdaderos profetas de esperanza. (Cf Cardenal Pironio, Meditación para tiempos difíciles)


MÁXIMA
Todo terminará bien


La herencia de ustedes es Dios y los tesoros de su eternidad. Si son encontrados dignos de sufrir por el nombre de Jesucristo, acepten, llenos de gozo, el cáliz de las humillaciones y de los dolores; bébanlo, si es necesario hasta el final; es la víspera del huerto de los Olivos; el bien amado estará detrás de ustedes para endulzarles las amarguras. ¡Oh! ¡Si supieran cómo los ama!” (S. VIII. Renovación de promesas sacerdotales. 29-10-1815)

Mientras haya un horizonte en esta tierra,
mientras no pierdas las ganas de reír,
mientras brille en nuestro cielo alguna estrella,
no te rindas, no te canses de vivir.

Todo va a ir bien, todo va a ir bien.
Todo, todo, todo, todo va a ir bien.

Mientras haya quien denuncie en las aceras
la injusticia, las promesas sin cumplir…
Mientras quede algún peldaño en tu escalera
no te pares, no lo dejes sin subir.

Mientras siga amaneciendo en cada aldea,
mientras falte una canción por escribir,
mientras piensas que aún te merece la pena
no te calles, no te quedes sin decir.

Todo va a ir bien, todo va a ir bien;
todo, todo, todo, todo va a ir bien.
Todo va a ir bien, todo va a ir bien,
de algún modo sé que todo, todo va a ir bien.

Hay ventanas en mitad de mi ciudad,
hay palabras en el aire, que nos hacen confiar.
Y certezas que nos dan la libertad,
que nos hablan de utopías, que contagian valentía,
que nos muestran un camino por andar.

Todo va a ir bien,
de algún modo, sé que todo,
todo va a ir bien.