Hechos 18, 9-18 Salmo 46, 2-7
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.Aquel día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre.
Señor, Tú eres el amigo de la vida, de una vida en plenitud, de una vida con esperanza, de una vida con ilusión, aunque a veces, para conquistar esa vida, haya que pagar un precio costoso. Dame el Espíritu Santo para que convierta mi propia petición es esperanza gratificante.Todas las personas de todos los tiempos han buscado la felicidad y han puesto los medios para conseguirla. Pero la experiencia nos dice que el ser felices en este mundo es harto difícil. Con todo, ningún sistema político, social o religioso puede ir en contra de una tendencia tan natural y tan buscada y deseada por todos.Ahora bien, el más interesado por hacer realidad este deseo de felicidad es Dios. Un Dios que no busque hacernos felices, plenamente felices a los hombres y mujeres de este mundo, no es el verdadero Dios.Siendo esto así, el modo más auténtico y genuino de presentar a Dios no puede ser dar chalas, meditaciones, o bonitas teorías sobre la felicidad sino presentar un rostro de Dios alegre, atrayente, cautivador. Y ese rostro, para nosotros los cristianos, tiene un nombre: Jesucristo. Nosotros presentamos una persona que se ha desvivido por los demás, que no ha pensado en sí mismo, que ha buscado la felicidad aún a costa de su vida.Es verdad que se ha encontrado con dificultades, incluso con el mismo sufrimiento, pero no un sufrimiento buscado, ni vacío, ni frustrante, sino un sufrimiento de mujer parturienta, anunciadora de vida y de felicidad plena y para siempre. “Su alegría nadie se la podrá quitar”. Dice muy ben San Juan de la Cruz: “Del dolor creador de Dios nacemos y resucitamos del amor de su mirada”. Al terminar este rato de oración quiero agradecerte, Señor, tus palabras tan alentadoras: “Se alegrará su corazón”. Gracias, porque no nos llamas a una alegría barata, superficial, pasajera, sino una alegría profunda, de corazón. Gracias porque no quieres que seamos medio felices, o felices para un rato, sino plenamente felices y para siempre.
MÁXIMANuestra tristeza se convertirá en gozo
Asociémonos pues, por la fe, a su inmensidad, esperando que hayamos sido creados para la eternidad, participando de su misma naturaleza; abandonémonos a su infinita sabiduría, para ser gobernados, según sus designios y no según nuestros pensamientos; a todo su poder, para estar siempre bajo sus manos, a su paternal bondad, a fin de que, en el tiempo señalado por él, reciba nuestro espíritu entre sus brazos, y que entonces se manifieste completamente en su plenitud de eterna alegría (Sermón sobre la fe)
Mira las aves del cielo,mira los lirios del campo,no se fatigan, cuido de ellos,los visto de mil colores.Dime, ¿qué te preocupa?Acaso has olvidado,yo estoy contigo, yo soy tu dueñote sostengo y te protejo.No, no hay razón para temer,no te inquietes, todo irá bien.Yo te amo, tú eres míoy vales mucho más.Tú eres precioso para mí,mi corazón late por ti,tu pasado, tu presente,tu vida está en mis manos.Todo irá bien, todo irá bien.Todo, todo pasapara el bien de los que amo.Todo irá bien, todo irá bien.y hoy te digo, te prometo,no, no, no te abandonaré.No, no hay razón para temer,no te inquietes, todo irá bien.Yo te amo, tú eres míoy vales mucho más.Tú eres precioso para mí,mi corazón late por ti.Tu pasado, tu presente,tu vida está en mis manos.No temas, no, yo estoy aquí,junto a ti y nunca te fallaré.