Señor Jesús,Tú que dijiste que todos sean uno,te damos gracias por llamarnos a la unidad,por desafiarnos a salirde nuestros esquemas y seguridades.Sabes de nuestras resistenciase inseguridades,sabes de nuestros sueños y anhelos;no te son desconocidasnuestras limitaciones y pobrezas,y también con ellasquieres gestar la nueva realidad.Nos confiamos a María,que salió a prisa al encuentrode la vida que clama.Haz de la familia menesianaun cuerpo para la misiónque cuide y defienda la vidade los más pequeños del sur.Amén.
El mismo Espíritu que anima al Hermano en toda su vida lo invita a alabar a Dios en la oración y a servirlo en la acción apostólica. Cuidadoso en no dejarse acaparar por sus diversas tareas, sabe reservarse, cada día, el tiempo de oración indispensable para estar con Cristo. La respuesta concreta a la doble exigencia de su vocación le impone a veces opciones difíciles, y la oración puede ser más ardua en ciertos días de cansancio. Aceptando esta tensión, el Hermano permanece fiel a su compromiso, recordando que Dios nunca falla a los que lo buscan.
Es necesario que su corazón llegue a ser como el Corazón de María, que esté animado por el mismo espíritu de caridad, humildad, celo, dulzura, pureza y desprendimiento de las cosas materiales.
1968: Bernard Grégoire (Bernard-Éloi)