Imágenes de Dios

¿No es Dios nuestro modelo? Consideren, una detrás de otra, todas sus perfecciones adorables, su justicia, su bondad, su misericordia, su paciencia, sus atributos divinos, y vean si son sus imágenes. ¡No! ¡No es bastante! (Sermón 577, obligación de tender hacia la perfección).

¿Cómo contarle  a mi gente
que sos el Dios de la vida,
que no estás con nosotros
jugando a la escondida?
¿Cómo contarle a mi gente
que respetás firmemente
la libertad que nos diste
y así vivir plenamente?
 
¡Parece mentira, Padre,
cómo te hemos usado!
Vos te hiciste cercano
y nosotros te alejamos.
¡Parece mentira, Padre,
cómo te hemos usado
para ocultar nuestros miedos
y oprimir tantos hermanos!

Si sos como la tierra
que sostiene nuestra vida.
Te buscamos en el cielo
y estás en cada esquina.
 
¿Por qué nos cuesta tanto,
Padre, aceptar con humildad
esta humanidad que somos,

tierra que anda en libertad?
 
¿Cómo contarle a mi gente
que no marcás el destino
y no estás repartiendo,
por todos lados premios y castigos?
¿Cómo contarle a mi gente
que no sos un gran mago,
sino que estás con nosotros
luchando mano a mano?
 
¡Parece mentira, Padre,
como te hemos usado!
para sembrar tanto odio
si en tu Nombre hemos matado.
¡Parece mentira, Padre,
como te hemos usado!
para echarte la culpa
y nunca hacernos cargo.
 
Si sos como el viento
soplando en todos lados,
alentando este sueño
de un mundo más humano.

¿Por qué nos cuesta tanto,
Padre, aceptar con humildad
esta humanidad que somos

tierra que anda en libertad?

¿Cómo contarle a mi gente
que no nos vas probando?
Porque confías en nosotros
están tus huellas en mi barro.
¿Cómo contarle a mi gente
que siempre te estás filtrando?
que estás en cada mirada,
en cada gesto, en cada abrazo.
 
¡Parece mentira, Padre
cómo te hemos usado!
hemos creado un ídolo
tomando tu Nombre en vano.
¡Parece mentira, Padre
cómo te hemos usado!                  
para crear jerarquías
y divisiones entre hermanos.
 
Si sos como el agua,
que tanto necesitamos;
venís a nuestro encuentro
en Jesús, tan humano.

Antífona 1
Evitaré el desánimo y la desesperanza pensando que Dios me ha hecho a su imagen.

Salmo 143
Oración por la victoria y la Paz

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;

Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y refugio,
que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende;
toca los montes, y echarán humo;
fulmina el rayo y dispérsalos;
dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Sugerencia: rezar con los versos en bastardilla

Antífona 1
Evitaré el desánimo y la desesperanza pensando que Dios me ha hecho a su imagen.


Antífona 2
La religión, desde la primera infancia, nos enseña que Dios nos ha creado para él.

Salmo 70
Tú, Señor, fuiste mi esperanza desde mi juventud

A ti, Señor, me acojo: 
no quede yo derrotado para siempre; 
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, 
inclina a mí tu oído, y sálvame. 

Se tú mi roca de refugio, 
el alcázar donde me salve, 
porque mi peña y mi alcázar eres tú. 

Dios mío, líbrame de la mano perversa, 
del puño criminal y violento; 
porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza 
y mi confianza, Señor, desde mi juventud. 

En el vientre materno ya me apoyaba en ti, 
en el seno tú me sostenías, 
siempre he confiado en ti. 

Muchos me miraban como a un milagro, 
porque tú eres mi fuerte refugio. 
Llena estaba mi boca de tu alabanza 
y de tu gloria, todo el día. 

No me rechaces ahora en la vejez, 
me van faltando las fuerzas, no me abandones; 
porque mis enemigos hablan de mí, 
los que acechan mi vida celebran consejo; 
dicen: «Dios lo ha abandonado; 
persíganlo, agárrenlo, que nadie lo defiende». 

Dios mío, no te quedes a distancia; 
Dios mío, ven aprisa a socorrerme. 
Que fracasen y se pierdan 
los que atentan contra mi vida, 
queden cubiertos de oprobio y vergüenza 
los que buscan mi daño. 

Yo, en cambio, seguiré esperando, 
redoblaré tus alabanzas; 
mi boca contará tu auxilio, 
y todo el día tu salvación. 
Contaré tus proezas, Señor mío, 
narraré tu victoria, tuya entera. 

Dios mío, me instruiste desde mi juventud, 
y hasta hoy relato tus maravillas, 
ahora, en la vejez y las canas, 
no me abandones, Dios mío, 

hasta que describa tu brazo 
a la nueva generación, 
tus proezas y tus victorias excelsas, 
las hazañas que realizaste: 
Dios mío, ¿quién como tú? 

Me hiciste pasar por peligros, 
muchos y graves: 
de nuevo me darás la vida, 
me harás subir de lo hondo de la tierra; 

acrecerás mi dignidad, 
de nuevo me consolarás; 
y yo te daré gracias, Dios mío, 
con el arpa, por tu lealtad; 

tocaré para ti la cítara, 
Santo de Israel; 
te aclamarán mis labios, Señor, 
mi alma, que tú redimiste; 

y mi lengua todo el día 
recitará tu auxilio, 
porque quedaron derrotados y afrentados 
los que buscaban mi daño.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2
La religión, desde la primera infancia, nos enseña que Dios nos ha creado para él.


Cuando el hombre ha llegado a destruir en él la imagen de Dios, se esfuerza en hacer un Dios a su imagen, es decir, lo suficientemente inconsciente, lo suficientemente indiferente para que le convenga a sus pasiones.
Despoja al Ser infinitamente santo, infinitamente sabio, infinitamente justo, de todas sus perfecciones y le da a cambio, como atributos, las debilidades y los vicios de nuestra naturaleza degradada (Sermón 445, sobre la confesión)

Antífona
Dios me ha hecho para su gloria, por lo tanto, debo dirigir hacia él todas mis acciones.

Mi alma canta el amor de Dios
y mi espíritu al Salvador,
porque El miró mi humildad,
todo el mundo me aclamará.

Y la Virgen santa
le cantó al Señor,
dándole las gracias
por su gran amor.

Al humilde Dios levantará,
al soberbio lo derribará,
al hambriento le dará su pan
y a los ricos los despedirá.

Desde siempre Dios nos eligió
para ser testigos de su amor;
su misericordia y su bondad
con nosotros siempre estarán.

Antífona
Dios me ha hecho para su gloria, por lo tanto, debo dirigir hacia él todas mis acciones.

A cada intención respondemos:

Que seamos misericordiosos como el Padre

-. Que nos ocupemos más en perdonar que en llevar cuenta de las ofensas.
-. Que cultivemos en nosotros actitudes que nos asemejen al Padre.
-. Que siempre estemos dispuestos al accionar del Espíritu en nosotros.
-. Que aceptemos con humildad esta humanidad que somos.
-. Que desde nuestras instituciones educativas te anunciemos como el Dios revelado por Jesús.
-. Que seamos conscientes que la humildad es la actitud que más nos asemeja a tu Hijo Jesús.

Santísima Trinidad, que nos hiciste a tu imagen y semejanza, varón y mujer, para amar y servirte en nuestros hermanos, tus hijos e hijas; haz que mirándonos en tu Hijo vivamos desplegando lo que somos, tu imagen. Por Jesucristo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén