Santos Marta, María y Lázaro

1ª Juan 4, 7-16
Salmo 33, 2-11

Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dio a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas.
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le respondió: Sé que resucitará en la resurrección del último día.
Jesús le dijo: Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?
Ella le respondió: Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo
.

“A Marta que llora por la desaparición de su hermano Lázaro, Jesús le presenta la luz de un dogma: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»
Es lo que Jesús repite a cada uno de nosotros cada vez que la muerte viene a romper el tejido de la vida y de los afectos. Toda nuestra existencia se juega aquí, entre el lado de la fe y el precipicio del miedo. Dice Jesús: Yo no soy la muerte, yo soy la resurrección y la vida, ¿tú crees esto? Nosotros, ¿creemos esto?

Tomos todos pequeños e indefensos ante el misterio de la muerte. Pero, ¡qué gracia si en ese momento custodiamos en el corazón la llama de la fe! Jesús nos tomará de la mano, como tomó a la hija de Jairo, y repetirá una vez más: «Talitá kum», «muchacha, levántate» (Marcos 5, 41). Nos lo dirá a nosotros, a cada uno de nosotros: ¡Levántate, resucita!” (Papa Francisco)


MÁXIMA
«Yo soy la Resurrección y la Vida»


Compartan, queridos niños, los mismos sentimientos. Purifíquense más y más; santifiquen todas tus obras para que cuando llegue su última hora, puedan poner su alma con confianza y alegría en las manos de Jesús, quien los juzgará en su misericordia y será su resurrección y su vida.” (Oración fúnebre)

Yo creo en tu resurrección
porque puedo amar, puedo reír,
puedo abrazar mi mayor enemigo
y mirarlo en ti.

Yo creo en tu resurrección
porque tengo paz en el corazón,
porque puedo entregarme
a pesar de todo este dolor.

Yo creo en tu resurrección
porque soy feliz junto a ti,
porque me amas tanto
que hasta moriste por mí.

Yo creo en tu resurrección
porque puedo amar,
porque tengo tanto, tanto,
tanto para entregar.

Yo creo que tú, Señor,
vivirás en mí.
Yo creo que tú, Señor,
vencerás en mí.

Yo creo que tú, Señor,
morarás en mí
para siempre, para siempre,
Señor.

Yo creo en tu resurrección
porque ni el dolor, ni mi propio error,
ninguna angustia
podrá separarme de tu amor.

Yo creo en tu resurrección
porque todo lo puedo con tu amor,
Porque sé que cuidas de mi vida
mejor que yo.

Yo creo en tu resurrección
porque puedo amar
Porque puedo entregarme
a pesar de todo este dolor.

Yo creo en tu resurrección
porque puedo amar,
porque tengo, tanto, tanto,
tanto para entregar.

Yo creo en ti, Señor.
Yo creo en la fuerza de tu vida.
Creo que donde abundó el pecado
más sobreabundó tu gracia.
Creo en la fuerza de tu pequeña semilla
en nuestro corazón
que da el ciento por uno.
Creo que vives en nosotros.