1º Tesalonicenses 1, 1-10Salmo149, 1-6ª.9b
Jesús exclamó diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: «Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, ¡entonces sí que vale”! ¡Insensatos y ciegos!¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: «Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar». ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.
La lectura del santo evangelio nos ofrece una visión penetrante de las advertencias de Jesús a los escribas y fariseos. Estas palabras, aunque pronunciadas hace más de dos mil años, siguen siendo relevantes hoy en día, especialmente en nuestra vida espiritual y moral. Jesús critica abiertamente a los líderes religiosos de su tiempo por su hipocresía y falta de autenticidad. Los acusa de cerrar «a los hombres el reino de los cielos», lo que significa que, con su comportamiento, están obstaculizando el camino de otros hacia la salvación. Este es un recordatorio para todos nosotros de que nuestras acciones y palabras tienen un impacto más allá de nosotros mismos. Si actuamos de manera hipócrita o inauténtica, podríamos estar alejando a otros de la fe, en lugar de acercarlos a Dios.La crítica de Jesús también se dirige a la superficialidad de los escribas y fariseos. Se preocupan más por las apariencias externas y las reglas que por la verdadera esencia de la fe. Jesús señala su obsesión con los detalles menores, como jurar por el oro del templo, mientras ignoran lo que realmente importa: la santidad del templo y, en última instancia, la santidad de Dios. Este es un llamado a centrarnos en lo que realmente importa en nuestra vida de fe: nuestra relación con Dios y con los demás.Jesús también aborda la cuestión de la autoridad y la responsabilidad. Al jurar por el altar o el templo, estamos reconociendo la presencia y la autoridad de Dios. Sin embargo, los fariseos se perdieron en tecnicismos, olvidando que todo en el templo es sagrado porque Dios mismo lo hace sagrado. Esto nos recuerda que no debemos tomar a la ligera nuestras promesas o compromisos, especialmente cuando involucran a Dios o a los demás.En resumen, este pasaje del evangelio nos desafía a examinar nuestras propias vidas y actitudes. Nos llama a ser auténticos en nuestra fe, a centrarnos en lo que realmente importa y a ser responsables en nuestras acciones y palabras. Nos advierte contra la complacencia y la hipocresía, recordándonos que estamos llamados a ser luz del mundo y sal de la tierra. No se trata solo de seguir reglas o de mantener las apariencias, sino de vivir una vida que refleje el amor, la misericordia y la justicia de Dios. (Sociedad fraterna de misericordia)
MáximaVive en la verdad
Si el señor Évain hubiera permanecido en Ploërmel, tarde o temprano se hubiera perdido; para que su profunda hipocresía fuera descubierta era necesario que ocurriera lo que ocurrió, y que al alejarse se imaginara que quedaba libre de toda sospecha y de toda dependencia. (Al H. Ambrosio, 8 de octubre de 1842)
Señor de los afligidos, salvador de pecadores, mientras aquellos señores de solemnes encintados llevan al templo sus dones con larga cara de honrados.¡Ay que me gusta escucharte! cuando les dices: «la viuda con su moneda chiquita ha dado más que vosotros porque ha entregado su vida». Señor de las Magdalenas, Pastor de samaritanos, buscador de perlas finas perdidas en los pantanos, cómo te quedas mirando con infinita tristeza, al joven que te buscaba y cabizbajo se aleja por quedar con su dinero. ¡Ay, que difícil que pase por esta aguja un camello! Amigo de los humildes, confidente de los niños, entre rudos pescadores escoges a tus ministros.Parece que todo fuera en tu Evangelio sorpresa. Dices: «felices los mansos y los que sufren pobreza, benditos son los que lloran, los sedientos de justicia, dichosos cuando os maldigan». Llos fariseos decían: “se mezcla con los leprosos y con mujeres perdidas, el sábado no respeta ¿dónde vamos a parar? Si ha decidido sanar a toda clase de gente.Es un hombre subversivo.Entre tanta confusión yo me quedo con lo antiguo”. Ellos miraban al cielo Çy Tú mirabas al hombre, cuando apartado en el monte te entregabas a la oración, sólo buscabas a Dios a tu Padre Santo y Justo. En el secreto nombrabas para que Tú los sanaras, al hombre uno por uno, y lo que el barro manchaba tus ojos lo hicieran puro.