San Agustín de Hipona


Novena anual por la beatificación de Juan María
Tema 2º día: ANGEL
Lema: Encuentros que cuidan

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Jesús dijo: Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si es un mal servidor, que piensa: ‘Mi señor tardará’, y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará.
Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

Cada uno de nosotros ha recibido un encargo muy especial. Dios nos ha llenado de dones: interiores y exteriores, espirituales y materiales, personales y compartidos. Todas estas bendiciones vienen de su mano y sabemos que al final de nuestra vida tendremos que rendir cuentas del bien que hemos podido hacer con ellas. Por eso Cristo nos invita hoy a ser prudentes en la administración.

El siervo fiel y prudente se encuentra cumpliendo su deber en todo momento. No importa si lo están vigilando o se encuentra solo, él sabe que está a cargo y se hace responsable. Es prudente porque en cualquier circunstancia se pregunta: «¿Qué quiere mi Señor que haga con esta riqueza?» Nosotros también podemos aprender esta prudencia; que todas nuestras decisiones durante el día estén ordenadas según un criterio central: ¿Qué quiere Dios de mí ahora? Este momento que tengo a disposición, estos bienes que poseo, ¿para qué es mejor usarlos? ¿En dónde hay que invertir este «dinero»?

Más en detalle, ¿qué significa cumplir el deber y administrar con prudencia? En la parábola Cristo nos muestra el ejemplo negativo: un hombre que sólo piensa en sí mismo, que come y bebe y maltrata a los demás. De ahí podemos imaginar qué es lo que Dios quiere. Tenemos dones y riquezas interiores para el bien de los demás. Así como Jesús, que vino al mundo para servir, más que para ser servido. Somos prudentes, verdaderamente prudentes, en nuestras decisiones, si «administramos» siempre en beneficio de los demás. Más que pensar en lo que a mí me gusta, tener como criterio el bien de mi familia, dar gusto a quien se encuentre a mi lado, llevar a Dios y ayudar en lo que pueda a todo el que me necesite. ¡Ésta es la administración que Cristo premiará!
Como hijos de Dios, el Padre nos ha encargado alguna porción de su casa y de su familia. Agradezcamos la confianza que pone en nosotros. Pidámosle su ayuda para saber usar bien los dones que nos ha dado. Decidamos hoy vivir para servir.

Estamos llamados a ensanchar los horizontes de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se presenta cada día con sus novedades. Para hacer esto es necesario aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el Señor viene a la hora que no nos imaginamos. Viene para presentarnos una dimensión más hermosa y más grande.

Que Nuestra Señora, nos ayude a no considerarnos propietarios de nuestra vida, a no oponer resistencia cuando el Señor viene para cambiarla, sino a estar preparados para dejarnos visitar por Él, huésped esperado y grato, aunque desarme nuestros planes. (P. Francisco, 27 de noviembre de 2016).


MÁXIMA
“Estén preparados”


¡Oh, Dios mío! prepara tú mismo la morada en la que quieres habitar, límpiala, quita todo lo que puede herir tu santidad, para que nada se oponga a la plena efusión de tus gracias en estos queridos niños, para que la unión que vas a establecer con ellos por los sacramentos no se rompa nunca y que subsista durante toda la eternidad.  (Retiro de niños de 1ª Comunión y Confirmación)

Abre, abre sin miedo,
abre mis puertas, Señor.
Entra en mi casa,
la mesa está puesta;
tan sólo faltan tu vino y tu pan.

Tus heridas y las mías compartidas,
se hacen vida en la mesa del Amor.
donde todas las lenguas se comprenden,
donde la diferencia se hace don;
donde cada patria se hace Reino
y no aleja una bandera, ni un color.

Cuando llenas nuestro hogar
con tu presencia y tu amistad,
caen los muros que el miedo levantó.
Tu Palabra nos invita a salir a los caminos.
Tú liberas y abres nuestro corazón
y el extraño se convierte en un hermano,
que nos acoge con paciencia y compasión.


San AGUSTÍN (354-430) nació en Tagaste, África del Norte. En su juventud llevó una vida mundana, pero siempre buscó la verdad. Estudió retórica y se unió al maniqueísmo, hasta que, influido por su madre Santa Mónica y por san Ambrosio en Milán, se convirtió al cristianismo y fue bautizado en el año 387. Regresó a África, donde fue ordenado sacerdote y luego obispo de Hipona. Como obispo, fue un gran predicador, pastor y escritor. Sus obras más importantes son Confesiones y La ciudad de Dios. Murió en el 430, dejando un legado decisivo para la teología y espiritualidad cristiana.

“Ángeles” de los pequeños. El educador menesiano sale al encuentro de los niños y a los jóvenes en las situaciones vitales en las que se hallan inmersos. La acogida incondicional, el conocimiento personal, la confianza y el acompañamiento que previene peligros y ayuda en las dificultades, son formas de vivir el ser ángel de los “pequeños”. 

Ese estilo de presencia es el que Juan María pedía a los Hermanos en los primeros tiempos de la Congregación y esa misma relación fue la que él establecía durante sus visitas con los alumnos y con los mismos Hermanos. Esta actitud implica dejar los ámbitos conocidos, las seguridades y respuestas tradicionales, para emprender nuevos caminos, nuevas propuestas, que integren a todos, que atiendan sus realidades concretas dándoles sentido y horizonte de esperanza y crecimiento.

Ángel: Defiendo, acompaño, cuido, comparto, escucho… comparto tiempo con los demás. Cuidar a cada persona (alumno, compañero, familia) desde la escucha activa y la cercanía, sintiéndome responsable de ella, tal como Dios lo haría.

Ángel significa “mensajero”. “Ángel” es Dios mismo que da buenas noticias, que acompaña, que vela por los pequeños, que protege, que corrige también. La actitud del ángel es la de la presencia. Ángel es la realización en el tiempo de la Providencia de Dios.

“En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.”

La presencia de Dios en la historia (ángel) siempre ha dado seguridad y compañía al ser humano. El ángel está presente, es motivo de alegría y esperanza.  En el acompañamiento, es esencial escuchar y validar los temores, dudas y heridas del otro. La transformación no nace del juicio, sino del amor que acoge.


“Sean verdaderamente los ángeles custodios de esta infancia confiada a sus cuidados.”

“Vigilen con atención, como los ángeles del cielo, que no se pierda ninguno de estos pequeños.”

“Sean ángeles de paz en medio de un mundo agitado.”

La actitud de cercanía y acogida incondicional de cada persona es esencial para ser ángel.

Querido Dios, gracias por enviarnos ángeles 
que nos cuidan y nos protegen. 
Ayuda a que sintamos tu presencia en nuestras vidas 
y que sepamos que siempre estás con nosotros.
En los momentos de miedo o incertidumbre, 
Recuérdanos tus palabras: «No teman». 
Haz que sintamos tu seguridad
y protección en nuestros corazones.
Queremos sentirnos acompañados y cuidados por ti, 
y que podamos compartir tu amor y paz con los demás. 
Ayuda a que seamos instrumentos de cuidado y compasión, 
y que podamos hacer que los demás
se sientan seguros y amados.
Gracias por estar siempre con nosotros
y por cuidarnos con amor. 
Amén.