Auray (retiro fundacional)

Auray, era el centro de gravedad del Instituto de los Hermanos; y por eso los dos superiores decidieron reunirlos allí para el retiro, anunciado el mes de mayo y muy esperado por todos. Tuvo lugar en la comunidad conocida como “del Padre Eterno”, lugar destinado a retiros cerrados y mantenido por las Hermanas de la Caridad de San Luis. Tanto los Hermanos como los novicios que allí se reunieron fueron unos 42, de los cuales, al menos, 27 eran de Auray y 9 de Saint-Brieuc.

Cuatro sacerdotes los asistían: Además de los dos superiores, Félicité de la Mennais y un sacerdote del colegio de Santa Ana de Auray. “El padre Deshayes daba las meditaciones, y las conferencias; el padre de la Mennais predicaba los sermones, los dos con una fuerza y una vehemencia irresistibles, capaces de convencer a los más opuestos a la convicción”, testimonia el H. Augustin.

Jesús, tú has dicho: dejen que los niños se acerquen a mí.
Tú me has inspirado el deseo de dedicar mi vida
a los niños y jóvenes para llevarlos a ti.
Dígnate bendecir mi vocación,
asísteme en todos mis trabajos de hoy.
Derrama sobre mí,
sobre todos mis hermanos
y sobre los que trabajamos en esta obra educativa,
el Espíritu de fuerza, de caridad y de humildad
para que nada nos aparte de tu servicio.
Haz que hoy cumpla con celo el ministerio educativo
al que me has consagrado.
Hazme perseverar hasta el fin
para alcanzar así la salvación que nos has prometido. Amén.

Mil setecientos ochenta aquí comenzó,
una historia que brotó desde el corazón.
Un camino que un niño francés emprendió,
la Bretaña, principio de revolución.

Una vida dispuesta a ayudar a los demás,
un destino que Dios solo conocerá.
A los niños que se propuso ayudar,
y seguía con su revolución,
a través de la educación.

Él rompió barreras se acercó al que no tenía.
Ángel que nos acompaña, y apasiona con su vida,
haciendo caminos, siguiendo sus huellas,
compartiendo lazos, somos todos Menesianos. (Bis)

Una mirada distinta Juan María mostró.
La realidad que vivía a él le conmovió.
Sus valores forjaron los lazos de unión,
de los niños y jóvenes que Dios le dio.

Un proyecto de vida, servicio y amor,
donde el último joven siempre contó.
Nuestro ángel atento que nos acompañó,
en hermanos, maestros gracias por su ilusión,
y hacen brillar nuestro corazón.

Antífona 1
Dios mío, te he escogido como mi herencia y esta herencia nunca me será arrebatada, sólo Tú eres algo para mí, y para siempre Tú sólo, Dios mío, serás todo para mí (Memorial p. 90)

Salmo 45: DIOS SOLO
Dios, refugio y fortaleza de su pueblo

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Vengan a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Ríndanse, reconozcan que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Dios mío, te he escogido como mi herencia y esta herencia nunca me será arrebatada, sólo Tú eres algo para mí, y para siempre Tú solo, Dios mío, serás todo para mí (Memorial p. 90)


Antífona 2
Hermanos, si en la antigua alianza la oración ha sido tan poderosa, cuánto más no debería serlo en la nueva y después que Jesucristo la ha consagrado de una manera totalmente especial (A. 138)

Alianza entre tú y yo – Hna Glenda

En la pobreza o en la riqueza, te amaré.
En la salud o en la enfermedad, yo te amaré.
En la tristeza o en la alegría, en la tormenta o en la paz.
Ante todo y sobre todo, te amaré.

Tú me amaras, yo te amaré.
Alianza eterna entre tú y yo.
Tú me amarás, yo te amaré,
hasta que la muerte nos una más.

En las buenas o en las malas, te amaré.
En el pecado o en la gracia, te amaré.
En la noche o en el día, en la fuerza o la debilidad.
Ante todo y sobre todo, te amaré.

Tú me amarás…
Tú me amarás…
hasta que la muerte no una más.

Antífona 2
Hermanos, si en la antigua alianza la oración ha sido tan poderosa, cuánto más no debería serlo en la nueva y después que Jesucristo la ha consagrado de una manera totalmente especial (A. 138)


El 15 de setiembre, día de la clausura, tuvo lugar la doble ceremonia de la toma de hábito y de la profesión religiosa. El vestido no era una novedad; era el que más tarde describe Juan María al sacerdote Mazelier: “Mis hermanos llevan una sencilla levita de paño negra, cerrada por detrás como una sotana… se cierra por delante, debajo del cuello, con dos pequeños broches… El sombrero es redondo, la copa poco levantada, y tiene tres picos de largura media… En invierno los hermanos tienen una esclavina que les baja hasta el codo y que cierra con botones”. (Carta del 1º de febrero de 1825)

Antífona
La caridad de la que apenas sentimos alguna chispa, nos abrazará con todo su fuego; nuestra alma se perderá enteramente en Dios; Dios será todo entero para nosotros y seremos semejantes a Él. (A. 73)

Bendito es el Señor nuestro Dios
que visita y redime a su pueblo.
Su presencia está viva en nosotros
su promesa perdura en el tiempo.

Él será salvador de los hombres,
nos libera de toda opresión,
manteniendo vigente en nosotros
la palabra que él mismo nos dio.

El Señor quiere vernos alegres
sin tristeza, ni pena o dolor,
quiere hacer una tierra más justa
que le sirva cantando su amor.

Tú serás elegido el profeta
que prepare el camino del Señor,
proclamando que viene a salvarnos
anunciando a los hombres perdón.

Nacerá un nuevo sol en el cielo
y su luz a nosotros vendrá.
Guiará al que vive entre sombras
por un nuevo sendero de paz.

Antífona
La caridad de la que apenas sentimos alguna chispa, nos abrazará con todo su fuego; nuestra alma se perderá enteramente en Dios; Dios será todo entero para nosotros y seremos semejantes a Él (A. 73)

A cada intención respondemos:

Ayúdanos, Señor, a ser fieles.

-. En Auray los Hermanos recibieron una divisa para orientar su vida. Ayúdanos, Señor, a no dejarnos seducir por otras “luces” que desfiguren nuestro camino.

-. En Auray los Hermanos recibieron la Regla de Vida que da cuerpo a la vida fraterna, que marca su misión y su carisma. Necesitamos tu ayuda para trabajar en Iglesia.

-. En Auray los Hermanos recibieron el hábito y el crucifijo que quieren ser recuerdo de tu llamada constante a la entrega. Necesitamos tu ayuda para continuar siendo testigos.

-. En Auray los Hermanos recibieron el nombre de Hermanos. Necesitamos tu ayuda para continuar unidos.

-. En Auray los Hermanos se unieron para buscar la voluntad de Dios profesando obediencia al superior.  Necesitamos tu ayuda para continuar siendo fieles.

-. Hoy toda la Familia Menesiana se pone en tus manos, Señor, para pedirte que la acompañes y la sostengas.

Señor Jesús, hace 200 años,
Juan María de la Mennais y Gabriel Deshayes
vivieron el desamparo de los niños y de los jóvenes
“que andaban como ovejas sin pastor”.
Ilumínanos y haznos descubrir hoy
el grito de los que esperan
pastores de corazón generoso.
Concede a todos los miembros de la Familia Menesiana
apoyarse en tu misericordia,
en la unidad de una única Familia.
Y danos la paz y la alegría
de escribir una nueva página para la misión.
¡Que con María,
caminemos juntos por los caminos de la paz
y que anunciemos con gozo
la Buena Nueva a los pobres!
¡Dios sólo en el tiempo!
¡Dios sólo en la eternidad!
Amén