Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: Mujer, aquí tienes a tu hijo.Luego dijo al discípulo: Aquí tienes a tu madre.Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
La presencia de María al pie de la cruz es un signo de fidelidad absoluta y de amor inquebrantable. Cuando todos, salvo Juan, se habían dispersado por miedo, ella permaneció firme, sosteniendo con su fe el momento más oscuro de la historia. No huyó del dolor, sino que lo abrazó, compartiendo plenamente la entrega de su Hijo. Esto nos muestra que la verdadera fe no se reduce a momentos de alegría o de milagros, sino que se prueba en la fidelidad en medio de la cruz.María nos enseña a no apartarnos de Dios cuando la vida se vuelve difícil, sino a permanecer, confiando en que la victoria de la resurrección surge precisamente desde el sufrimiento aceptado con amor.La Iglesia ve en este pasaje un misterio profundo: María, junto a la cruz, recibe la misión de ser Madre de todos los discípulos de Cristo. Allí, al pie de la cruz, nace la Iglesia: del costado abierto de Jesús brotan sangre y agua, signos de los sacramentos, y María, confiada al discípulo amado, se convierte en imagen y madre de la comunidad creyente.Por eso, cada vez que la Iglesia contempla a María al pie de la cruz, reconoce en ella su modelo: una comunidad que permanece fiel a Cristo incluso en la persecución y en la dificultad, que acompaña a los sufrientes y que no huye de las cruces de la historia, sino que las abraza para transformarlas en esperanza.
Tenemos pues a la Santa Virgen por Madre, como Jesucristo. Es Él mismo quien nos la dio como madre, antes de entregar su alma sobre la cruz: “He aquí a tu Madre”, nos dice, en la persona de san Juan. Oh ustedes, madres cristianas, madres tiernas, háganme conocer los sentimientos de las que están movidas por aquellos sus hijos, aun de los que menos derechos tienen a sus ternuras. Yo podré entonces dar a mis oyentes una idea de los sentimientos de ternura que tiene hacia sus hijos María, la mejor y la más tierna de las madres. (Sermón sobre la Virgen)
Quiero caminar contigo, María,pues tú eres mi Madre, eres mi guía.Tú eres para mí el más grande ejemplode santidad, de humildad.Quiero caminar contigo, María,no sólo un momento, todos los días.Necesito tu amor de Madre,tu intercesión ante el Señor.Guía mis pasos, llévame al cielo.Bajo tu manto no tengo miedo.Llena de gracia, Ave María,hoy yo te ofrezco toda mi vida.Quiero caminar contigo, María,Madre en el dolor y en la alegría.Tú que fuiste fiel hasta el extremo,fiel en la cruz, fiel a Jesús.Celestial princesa, mírame con compasión.Hoy te doy mi alma, vida y corazón.