San Roberto Belarmino

Jesús dijo: ¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: ¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: ¡Ha perdido la cabeza! Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!
Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.

Esto es lo que hiere el corazón de Jesucristo, esta historia de infidelidad, esta historia de no reconocer las caricias de Dios, el amor de Dios, de un Dios enamorado que te busca, que busca que tú también seas feliz.
Este drama no sólo ocurrió en la historia y se concluyó con Jesús. Es el drama de todos los días. También es mi drama. Puede cada uno de nosotros preguntarse: ¿Sé reconocer el tiempo en que he sido visitado?
Cada uno de nosotros puede caer en el mismo pecado del pueblo de Israel, en el mismo pecado de Jerusalén: no reconocer el tiempo en que hemos sido visitados.
Y cada día el Señor nos visita, cada día llama a nuestra puerta. ¿He oído alguna invitación, alguna inspiración para seguirlo más de cerca, para hacer una obra de caridad, para rezar un poco más?
Hay tantas cosas a las que el Señor nos invita todos los días para encontrarse con nosotros. (Papa Francisco, 17 de noviembre de 2016)


¿Cuándo entraré en la alegría de mi Señor, en la alegría de mi Dios? Lo digo desde el fondo de mi corazón, lo vuelvo a decir otra vez, ¿cuándo entraré en la alegría de mi Dios? Lo digo y, sin embargo, siento no sé qué que me retiene; no es más que un hilo, pero no lo puedo romper. ¡Dios mío, córtalo con tu mano poderosa, córtalo, no es más que un hilo! ¡Amigo mío, los hombres están locos, comprendidos nosotros dos! … ¡Vamos, vamos a la casa del Señor!… ¡Vamos a ver a Dios! ¡Dios sólo, Dios sólo y siempre Dios sólo! (Carta a Bruté de Remur)

Dame tus ojos, quiero ver.
Dame tus palabras, quiero hablar.
Dame tu parecer.
Dame tus pies, yo quiero ir.
Dame tus deseos para sentir.
Dame tu parecer.
Dame lo que necesito
para ser como Vos.

Dame tu voz, dame tu aliento,
toma mi tiempo es para ti
Dame el camino que debo seguir.
Dame tus sueños, tus anhelos,
tus pensamientos, tu sentir.
Dame tu vida para vivir.

Déjame ver lo que Tú ves.
Dame de tu gracia, tu poder.
Dame tu corazón.
Déjame ver en tu interior
para ser cambiado por tu amor.
Dame tu corazón.

Dame lo que necesito
para ser como Vos.

Dame tus ojos, quiero ver.
Dame tu parecer.


San ROBERTO BELARMINO (1542-1621) fue un cardenal jesuita, teólogo y doctor de la Iglesia. Nacido en Montepulciano, ingresó en la Compañía de Jesús y destacó como profesor y defensor de la fe frente al protestantismo, con obras como Controversias y su Catecismo. Nombrado cardenal y arzobispo de Capua, se distinguió por su sencillez, cercanía con los pobres y firmeza doctrinal. Fue canonizado en 1930 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1931.