Santos Cosme y Damián – Beato Luis Tezza

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos le respondieron: Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado.
Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?
Pedro, tomando la palabra, respondió: Tú eres el Mesías de Dios.
Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Jesús, me impresiona la cantidad de veces que aparece en el evangelio que estabas “orando a solas”. Tenías necesidad de apartarte, de separarte incluso físicamente de todo y de todos, para “abismarte” en ese mar infinito del amor del Padre. Desde esa experiencia, se explica todo: la cercanía con todas las personas, especialmente con aquellas que, por cualquier motivo o prejuicio, se sienten lejos de ese Padre. Gracias por esas experiencias tuyas tan maravillosas.

Para el evangelista Lucas, cuando Jesús quiere decir o hacer algo importante, siempre lo hace en “clima de oración”. Aquí se nos dice: “Jesús oraba a solas”. ¿Nos hemos detenido alguna vez en pensar en esos ratos largos de oración de Jesús a solas? Normalmente lo hacía en la montaña, “cuando todavía era muy oscuro” (Mc. 1,35). Y tal vez el no habernos detenido en algo tan esencial para Jesús, ha servido para que el verdadero rostro del Padre lo hayamos desdibujado. Porque el resultado de esa oración inefable y misteriosa de Jesús con el Padre, Jesús lo condensa en una palabra ABBA. Este es el gran mensaje de Jesús: que nuestro Dios es un Papá maravilloso. Cuando Jesús nos invita a decir Abbá no sólo quiere enseñarnos a orar sino que quiere que vivamos esa experiencia inefable que Él tiene con el Padre.

Sólo desde esa experiencia, Jesús se atreve a preguntarnos por su persona. Sólo aquel que haya vivido una experiencia de cariño y de ternura con ese Abbá, está capacitado para responder por la figura de Jesús. Se equivocó Pedro, aunque le dijo que era “El Mesías”. Estaba pensando en otro tipo de “mesianismo”.
Y nos equivocamos todos si no estamos en la onda con Jesús. ¿Quién es Jesús? El amado del Padre, el enamorado del Padre, el entusiasmado por ese Padre, el identificado con ese Padre, el que sólo tiene una ocupación y preocupación: el que caigamos en la cuenta de todo lo que nos quiere y que no puede hacer otra cosa que querernos con infinito amor. Él está al tanto de todo y sólo quiere que nos abandonemos a Él.

Muchas veces, Señor,
me he atrevido a hablar, a predicar, sin haber orado.
¡Cuánta palabra de Dios malograda!

Te pido perdón.
Quiero rezar tu palabra
y hablar desde esa riqueza interior.


Jesucristo se nos ha dado como rey, como maestro y como modelo; es nuestra cabeza; nosotros somos sus miembros; debemos entrar como consecuencia en sus planes, trabajar en sus obras, realizar sus misterios, continuar su vida; en una palabra, formar una unidad con Él como Él la forma con su Padre. Y me lo pregunto, temblando yo mismo: ¿esto es así? ¿Cómo hemos cumplido esta alta vocación? ¿No nos encontramos cada mañana un gran número de fieles que la han entendido y la ponen en práctica mejor que nosotros? (Apertura del retiro de 1827 – Congregación de Saint-Méen)

Desde Ti, sólo desde Ti,
renace la persona
que después trascenderá junto con otros.
Desde Ti, sólo desde Ti,
el tiempo es invaluable formador,
donde se gesta lo posible.

Desde Ti, la historia es la memoria
que modela toda identidad;
es fuente, es germen de conciencia,
promesa para madurar.

Desde Ti, sólo desde Ti,
el camino nos sorprende
en intuiciones que nos abren a la paz.
No son más flores de papel,
no son quimeras,
son en vida, profunda realidad
que nos libera.

Desde Ti, respetar otras maneras;
es abrazo a la humana condición,
que nos da la libertad de ser distintos,
y nos hace capaces de escuchar.

Desde Ti, sólo desde Ti,
la vida queda corta
para dar cabida a aquello que soñamos.
Desde Ti, sólo desde Ti,
lo ordinario y cotidiano
se nos vuelve maravilla entre las manos.

Desde Ti, despertamos al asombro,
que aparece al ver que nace un nuevo día,
y desde ahí lanzamos la semilla
y esperamos, atentos a la vida.


LUIS TEZZA (1841-1923) fue un sacerdote italiano, miembro de los Camilos y cofundador de las Hijas de San Camilo. Desde joven sintió la vocación religiosa e ingresó en la Orden de los Ministros de los Enfermos. Fue ordenado sacerdote en 1864. Su vida estuvo marcada por una gran caridad, paciencia y entrega al servicio de los más necesitados. En Roma conoció a la madre Giuseppina Vannini, con quien en 1892 fundó la Congregación de las Hijas de San Camilo, dedicada a la asistencia de los enfermos, con espíritu evangélico y caritativo. Pasó muchos años en Lima, Perú, donde fue enviado como superior provincial. Allí se convirtió en guía espiritual, confesor y formador, recordado por su cercanía, sencillez y amor a los pobres y a los enfermos. Murió en Lima en 1923, siendo venerado como “el apóstol de Lima” por su entrega.

COSME y DAMIÁN fueron dos hermanos médicos nacidos en Arabia en el siglo III, conocidos por su gran caridad y fe cristiana. Se dedicaron a ejercer la medicina sin cobrar nada. Sanaban tanto los cuerpos como las almas, pues atendían a los enfermos mientras anunciaban el Evangelio. Durante la persecución del emperador Diocleciano, fueron apresados por negarse a renunciar a su fe. Sufrieron crueles tormentos y finalmente fueron martirizados alrededor del año 303. La Iglesia los venera como patronos de médicos, farmacéuticos y barberos. Su culto se extendió rápidamente en Oriente y Occidente. En Roma se les dedicó una basílica cerca del Foro.