San Hugo de Génova

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.
Él les dijo entonces: Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino,
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos
a aquellos que nos ofenden;
y no nos dejes caer en la tentación.

Para Jesús el hecho de que sus discípulos les pidieran que les enseñe a orar, fue muy importante,
porque ellos tenían ansias de vivir y convivir con Jesús esa forma de comunicarse con el Padre,
que esa oración sea autentica sincera, un dialogo basado en la confianza.

Con esta oración alabamos a Dios, pedimos, agradecemos y nos renovamos.
Las dos o tres primeras peticiones se refieren a Dios Padre, cuyo nombre debemos santificar, cada
vez es más estrecha nuestra relación con Dios porque es nuestro verdadero Padre.
Pedimos que venga su reino, reino que nosotros debemos trabajar ahora, para que se cumplan
todas las esperanzas y promesas hechas por Dios, ese reino es optar por Jesús y su evangelio.

La segunda parte se refiere a nosotros y al prójimo. Para nosotros pedimos el alimento del día, ese
alimento de pan sencillo al alcance de pobres y ricos, pero también el pan de la Eucaristía que es
pan partido y repartido entre todos. En nuestras relaciones con el prójimo pueden surgir conflictos,
diferencias, que pueden ser solucionadas con la comprensión y el perdón. Así, como a nosotros,
nuestro Padre Dios, nos tiene que perdonar a cada instante. Nos muestra a un Padre misericordioso
que nos da un amor incondicional.
No nos dejes caer en la tentación. En la tentación del desánimo, el egoísmo, la envidia, el rencor,
el odio, que suelen ocurrir cuando los diversos problemas del día, destruyen nuestra tranquilidad.

El Padrenuestro es un plan de vida que nos propuso Jesús, es una expresión de fe que busca estar
en confianza con Dios y no una fórmula (como una fórmula química) que repetimos de memoria
y no tenemos idea de su contenido y de su poder transformante.


Si en la antigua alianza la oración fue tan poderosa, cuánto más no lo será en la Nueva, desde el
momento en que Jesucristo la consagró de una manera especialísima, desde que nuestras oraciones
están unidas tan íntimamente con las suyas y que no formamos más que una sola voz con El» (Sobre
la eficacia de la oración)

Padrenuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre.
Venga a nosotros tu Reino.

Padrenuestro que nunca estás lejos,
que se haga en la Tierra
como en el Cielo tu voluntad.

Danos el pan de cada día.
Perdónanos para aprender a perdonar.
Nunca nos dejes caer,
nunca nos dejes caer
y líbranos del mal.
Amén.


San Hugo de Génova fue un religioso del siglo XIII, perteneciente a la Orden de San Juan de Jerusalén (hoy conocida como los Caballeros Hospitalarios). Nació en Génova y dedicó su vida al servicio de los pobres y enfermos en los hospitales administrados por la Orden. Se destacó por su humildad, su espíritu de caridad y su dedicación constante a los necesitados, viendo en ellos el rostro de Cristo. Murió en 1233 y fue venerado como santo por su ejemplo de vida entregada al servicio y al amor fraterno.