Génesis 3, 23; 4, 1-15. 25Salmo 49, 1. 8. 16-17. 20-21
En aquel tiempo llegaron fariseos, que comenzaron a discutir con él. Y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.Jesús, suspirando profundamente, dijo: ¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo.Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.
Necesitamos otra mirada. El sentido común nos indica que nada bueno sale de poner a prueba a otra persona y que cuando nuestro objetivo no es limpio y lo ocultamos, no construye. En este relato Jesús se niega a hacer un signo ante los fariseos, porque no hace señales para “demostrar “nada, y, por otro lado, la señal sólo es posible para quien tiene una actitud de apertura hacia quien la hace. Ellos no querían demostración alguna, sino tener una excusa para atacarlo.La vida cotidiana está llena de signos, pero sólo son accesibles para quien sabe ver. Ante la incapacidad de ver, el signo queda trivializado, vaciado de su real contenido. La capacidad de ver y reconocer esos signos es una cuestión de profundidad. Es una mirada profunda capaz de asombro y admiración, no utilitarista ni pragmática, sino desprendida y gratuita. Es precisamente ahí, en lo gratuito, donde dejamos espacio a Dios y somos capaces de embarcarnos con Jesús “a la otra orilla”, con otra mirada, con otras gentes, con otras necesidades.
Mantengamos nuestra mirada fija en las manos de nuestro Maestro, para obedecer al más ligero signo que nos haga, para dejarnos dirigir, llevar de su mano, como esos niños pequeños que no saben más que someterse y dejarse conducir. (A las Hnas de la Providencia)
Señor de los afligidos,Salvador de pecadores,mientras aquellos señoresde solemnes encintados,llevan al templo sus dones,con larga cara de honrados.Ay que me gusta escuchartecuando les dices:‘la viuda, con su moneda chiquitaha dado más que vosotros,porque ha entregado su vida’.Señor de las Magdalenas,pastor de samaritanos,buscador de perlas finasperdidas en los pantanos,cómo te quedas mirandocon infinita tristezaal joven que te buscabay cabizbajo se aleja,por quedar con su dinero.¡Ay, qué difícil que pasepor esta aguja un camello!Amigo de los humildes,confidente de los niños,entre rudos pescadoresescoges a tus ministros;parece que todo fueraen tu Evangelio sorpresa;Dices: ‘felices los mansosy los que sufren pobreza;bendito son los que lloran,los sedientos de justicia,dichosos cuando os maldigan’.‘Es hijo de los demonios’,los fariseos decían,‘se mezcla con los leprososy con mujeres perdidas,el sábado no respeta.¿Dónde vamos a pararsi ha decidido sanara toda clase de gente?¡Es un hombre subversivo!Ante tanta confusiónyo me quedo con lo antiguo.Ellos miraban al cieloy Tú mirabas al hombre,cuando apartado en el montete entregabas a la oración;sólo buscabas a Dios,a tu Padre Santo y justo;en el secreto nombrabas,para que Tú los sanaras,al hombre uno por uno,y lo que el barro manchabatus ojos lo hicieron puro.